La Constitución de Marruecos prevé una monarquía con un Parlamento y un poder judicial independiente. Con las reformas constitucionales de 2011, el rey de Marruecos conserva menos poderes ejecutivos mientras que los del primer ministro se han ampliado.
La constitución otorga al rey poderes honoríficos (entre otros poderes); es a la vez el líder político secular y el "Comandante de los Fieles" como descendiente directo del profeta Mahoma. Preside el Consejo de Ministros; nombra al Primer Ministro del partido político que haya obtenido el mayor número de escaños en las elecciones parlamentarias y, previa recomendación de este último, nombra a los miembros del gobierno.
En teoría, la constitución de 1996 permitía al rey poner fin al mandato de cualquier ministro y, tras consultar con los jefes de las Asambleas superior e inferior, disolver el Parlamento, suspender la constitución, convocar nuevas elecciones o gobernar por decreto. La única vez que esto ocurrió fue en 1965. El Rey es formalmente el comandante en jefe de las fuerzas armadas.
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