Tras el intento de golpe de estado contra el presidente Laurent Gbagbo, cuya elección había sido discutida, los rebeldes se hacen fuertes en el norte del país. Muchos de ellos son ex-soldados que han recibido apoyo de Burkina Faso y Malí. Se consideran desposeídos de sus derechos políticos y sociales y de no compartir la prosperidad del sur. El gobierno responde con una fuerte represión lo que origina un flujo de refugiados hacía países limítrofes.
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