El colapso económico de la URSS llevó a Rusia a una profunda y prolongada depresión. Se emprendieron reformas como la privatización y la liberalización del mercado y el comercio. La privatización de las grandes empresas estatales llevó a la aparición de los oligarcas rusos. La natalidad se desplomó y la mortalidad se disparó. Millones de personas se hundieron en la pobreza y aumentó la corrupción y el crimen organizado.
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